Hay lugares que no se visitan solo con los ojos, sino con el alma. Mis viajes a los templos budistas en Castelldefels, Barcelona, y en Francia no fueron simples escapadas: fueron encuentros profundos con la meditación, la energía y la transformación personal. Desde el primer instante, sentí que algo dentro de mí empezaba a abrirse, como si el tiempo y el espacio se detuvieran para mostrarme otra dimensión de la vida.
Hay lugares que no se visitan solo con los ojos, sino con el alma. Mis viajes a los templos budistas en Castelldefels, Barcelona, y en Francia no fueron simples escapadas: fueron encuentros profundos con la meditación, la energía y la transformación personal. Desde el primer instante, sentí que algo dentro de mí empezaba a abrirse, como si el tiempo y el espacio se detuvieran para mostrarme otra dimensión de la vida.
Descubrí el significado profundo de las estupas, de esas estructuras que guardan en su interior reliquias, pergaminos con mantras y piedras que simbolizan equilibrio y unidad. Comprendí cómo la meditación y la intención consciente pueden cambiar nuestra percepción, nuestra energía y nuestra vida.
Uno de los momentos más poderosos fue recorrer el rosario de mantras, dando vueltas a los objetos sagrados mientras pedía por quienes me habían hecho daño y, al final, por mí misma. Fue un ejercicio de perdón, liberación y compasión que dejó huella en mi corazón.
Estos viajes me enseñaron que los momentos de soledad y tranquilidad no son vacíos: son oportunidades para escucharnos, sanarnos y reconectar con nuestra esencia. La meditación dejó de ser un hábito: se convirtió en mi refugio y mi guía, un camino que transforma, que eleva y que recuerda que la paz siempre está al alcance de quien decide abrirse a ella.
Si deseas descubrir cómo la espiritualidad y la conexión con la energía pueden transformar tu vida, te dejo aquí algunos recuerdos de mis viajes!
Lo que sentí en esos templos es algo que va más allá de lo que los ojos pueden ver.